miércoles, 30 de marzo de 2011

Adicciones Silenciosas




Para muestra, un botón: mil 300 millones de personas en el mundo son adictos al tabaco, que en números duros equivalen al 30% de la población mundial. Esta adicción, al igual que el alcoholismo es, quizá, de las más conocidas por las repercusiones que tiene en la salud, así como por los altos índices de mortalidad que actualmente se estiman en cerca de 5 millones anualmente, según refiere la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Pero en las últimas décadas a raíz del “boom” tecnológico hemos visto nacer otras adicciones conocidas como conductas adictivas, en las que si bien no existe ninguna sustancia de por medio, tienen la capacidad de generar una dependencia física y psíquica que puede alterar por completo el estilo de vida de la persona. Estamos hablando de la adicción a los videojuegos, a Internet, al teléfono móvil, a las líneas eróticas, al sexo, a las compras o a los juegos de azar, a través de la Web, entre otros.

Elisardo Becoña Iglesias, investigador del Departamento de Psicología de la Universidad Iberoamericana, explica que la característica principal de las conductas adictivas, es la pérdida de control. “La persona con una conducta adictiva no tiene control sobre esa conducta, aparte de que la misma le produce dependencia, tolerancia, síndrome de abstinencia y una incidencia negativa muy importante en su vida, que va a ser en muchos casos la causa de que acuda en busca de ayuda profesional.

El especialista detalla los elementos característicos de una adicción:
  1. Se tiene un fuerte deseo o un sentimiento de compulsión para llevar a cabo la conducta particular. El deseo se incrementa cuando la oportunidad de llevar a cabo tal conducta no está tan disponible.
  2. No se puede controlar la conducta.
  3. Se experimenta un malestar y el estado de ánimo se altera cuando la conducta es impedida o se deja de hacer.
  4. Persiste la conducta a pesar de la clara evidencia de que le está produciendo graves consecuencias a la persona. Existe una fuerte dependencia psicológica, la pérdida de interés por otras actividades gratificantes y la interferencia grave en la vida cotidiana.


Becoña Iglesias dice que son los cambios sociales de la actualidad los que han promovido que seamos cada vez más individualistas, que busquemos el placer inmediato y la satisfacción de todas nuestras necesidades, lo que ha ocasionado caer más fácilmente en las adicciones.

Para la Dra. Brenda Morales, de la Sociedad Psicoanalítica de México, hay otras adicciones que igualmente están a la vista de todos y pasan desapercibidas por que no parecieran comportamientos adictivos. Es el caso de la automedicación, el consumo exagerado de agua, la ingesta de refrescos en exceso, el comer compulsivo, la adicción al amor, al trabajo o el ejercicio desmedido, entre muchas otras.

Señales de alerta

Cuando esas conductas o hábitos interfieren en la vida diaria y no puede dejar de llevarlas a cabo dejando a un lado otras actividades necesarias para su desarrollo personal, es muy factible que esté cayendo en comportamientos adictivos que lo puedan perjudicar.

Detrás de cada una de estás conductas existe una predisposición específica en la persona que las lleva a cabo, por lo que hay que preguntarse qué tipo de necesidad está buscando cubrir, posiblemente haya una depresión o una baja autoestima, afirma la especialista.

“A través de la consulta médica he percibido mucho vacio, depresión, carencia de afecto, necesidades primordiales que no han sido realmente satisfechas”, explica la Dra. Morales, quien recomienda acudir a una ayuda profesional cuando de plano no se pueda con esto solo.

Poder controlar cualquier adicción es muy importante, pero si se logran identificar las causas que la ocasionaron y resolverla a fondo estará garantizando una vida más saludable sin dependencias que lo aten a una existencia tormentosa.

Por: Gabriela Xochiteotzin

lunes, 28 de marzo de 2011

Las 10 artesanías más representativas de México




1. Alebrijes

Singulares personajes a quienes, en el pasado no se les llamaba alebrijes, sino simplemente figuras talladas. Según la tradición, el término alebrije lo comenzó a utilizar la familia Linares de San Martín Tilcajete, Oaxaca; muy famosa por sus piezas fantásticas elaboradas en cartón. 

Pedro Linares, una persona de mucho talento, les dio el nombre de alebrijes a estas artesanías inspirado en sus sueños. Se dice que una persona constató que se vendía bien este tipo de trabajo y que gozaba de cierta popularidad; entonces pensó hacerlos en madera, pues el cartón tiene la desventaja de un fácil deterioro y sin duda en madera durarían más.

Desde entonces se les quedó ese nombre y con el tiempo no sólo hicieron estas figuras, sino animales con muchos elementos imaginarios.

Existe otra versión en el poblado de San Antonio Arrazola, Oaxaca, donde también se elabora este tipo de artesanía. Se cuenta que a principios de los años 80 Pedro Linares fue de visita con unos familiares y les mostró algunos de sus alebrijes, y un hombre llamado Manuel Jiménez decidió elaborar seres fantásticos, propios de su cosmovisión, pero tallados en madera y con el estilo propio de la artesanía del lugar. Sin duda, de papel o de madera, los alebrijes se han vuelto un referente de Oaxaca y de México.



2. Barro Negro

Una vez más el estado de Oaxaca se convierte en el protagonista de esta lista al ser poseedor de otra de las artesanías más representativas de nuestro país: el barro negro, artesanía de belleza única.

El barro negro se comenzó a trabajar en la región desde tiempos precolombinos. Se sabe que se atribuye a los zapotecos, y más tarde los mixtecos, habitantes de los valles centrales de Oaxaca. Durante esa época hacían maravillas con el abundante lodo de donde era extraído el material para la elaboración de vasijas, ollas y demás figurillas.

Ya en el siglo XX, en los años 50, una mujer llamada Doña Rosa, le dio gran impulso al barro negro en su taller ubicado en el poblado de San Bartolo Coyotepec, Oaxaca (16 km al sur de la capital oaxaqueña). En este sitio, Doña Rosa descubrió que podía cambiar el color y el brillo del barro mediante una técnica del cocimiento, para la cual se emplea un horno de dos bocas que en determinado momento se cierran para reducir el oxígeno, ya que si se utilizara un horno común y corriente la pieza obtendría un color rojizo. A este proceso de quema se le llama "Reducción de atmósferas" (utilizada desde la época prehispánica) debido a que ocurre una reacción física contraria a la oxidación.

 Las piezas de barro se pulen y bruñen antes de quemarlas para dar como resultado las bellas y populares artesanías que hoy conocemos y que le han dado fama al estado de Oaxaca.



3. Talavera poblana

El origen de este arte es aún incierto, pues se dice que su nombre se debe al parecido que tiene con el elaborado en la ciudad de Talavera de la Reina, España. Sin embargo, y aunque la loza poblana se decora a semejanza de la dicha ciudad, ello no basta para suponer que hayan sido talaveranos los primeros loceros que llegaron a Puebla. Existe la posibilidad de que fueran sevillanos, pues Sevilla fue punto de emigración hacia la Nueva España y centro productor de loza y azulejería con influencia árabe.

Aunque la alfarería ya existía en México, el arte del vidriado y esmaltado del barro llegó de España a finales del siglo XVI, y fue en el año de 1589 cuando se comenzaron a establecer un buen número de maestros loceros que encontraban en los valles de Puebla la materia prima necesaria para producir cerámicas de buena calidad, lo que aumentó el auge de la ciudad como centro productor de esta artesanía.

La talavera es de las pocas (o tal vez la única) artesanías que cuentan con condiciones para reglamentar su oficio. Fue a mediados del siglo XVII que el virrey creó un gremio de loceros y un reglamento en 1653, que dictaba las condiciones requeridas para ser maestro del oficio, así como las proporciones en que los barros debían ser mezclados, las normas a seguir para el decorado y las cualidades y detalles de fabricación.

Cabe mencionar que las zonas geográficas de donde se obtiene la materia prima para la elaboración de la talavera, están protegidas y que esta artesanía es poseedora de la Denominación de Origen. Podemos decir que la talavera se ha ganado el reconocimiento nacional e internacional no sólo por su belleza que radica en su funcionalidad, sino en la calidad de sus productos.



4. Rebozo

La producción artesanal de esta tradicional prenda data del año 1764, en Santa María del Río, San Luis Potosí, como necesidad de las mujeres por tener una prenda para cubrir sus cabezas al entrar a los templos.

En este poblado opera, desde 1953, una escuela taller de rebocería, a cargo del destacado artesano Felipe Acevedo; ahí es posible observar el proceso completo de fabricación de la prenda que dura de 30 a 60 días en promedio y consta de 15 pasos, entre los que está el hervir o “atolar” el hilo, asolearlo, amarrarlo en bola, teñirlo y urdirlo.

El rebozo se ha convertido en una prenda tan íntimamente relacionada a nuestra cultura que se ha convertido en una de las básicas del guardarropa de muchas mujeres mexicanas, sin importar su posición socioeconómica. Tan intrínseco es el uso del rebozo que incluso se dice que las mujeres de la región de Santa María del Río, particularmente las de origen otomí, mojaban la punta de su rebozo en una fuente cuando recordaban a su novio.

Actualmente existen diversos centros de producción además de Santa María del Río, en San Luis Potosí, como Tenancingo, en el Estado de México; La Piedad, Michoacán; Santa Ana Chautenpan, Tlaxcala; y Moroleón, Guanajuato.

A pesar de lo anterior, la producción de rebozos ha atravesado por una severa crisis motivada por diversos factores como la poca demanda y los elevados costos de producción. Por ello, personas e instituciones han contribuido con acciones para conservar y valorar el arte y tradición de esta hermosa artesanía que permite mantener vivas las costumbres de nuestros antepasados, pero también el hecho de retomar esta prenda para el uso cotidiano habla también de la elegancia en el vestir y del interés por hacer trascender la cultura mexicana.



5. Arte huichol

No por ubicarse en el quinto lugar son menos importantes pues, sin duda, las tablas de estambre (nierikas), uno de los objetos del arte huichol, han sido los más exitosos tanto por sus diseños "psicodélicos, inspirados en visiones producidas bajo los efectos del peyote, como por las complejas y esotéricas representaciones simbólicas y mitológicas. Sin embargo, las máscaras y figurillas cubiertas de chaquira, y las cruces tejidas con estambre, también se han posicionado mundialmente por su belleza y simbología contenidas.

Las figurillas elaboradas con chaquira representan deidades y animales sagrados; las cruces por su parte, son tejidas con estambre tsikurite y constituyen importantes objetos rituales, aunque también se elaboran con fines comerciales. Se trata de representaciones del cosmos con sus cinco rumbos, es decir, los cuatro puntos cardinales y el centro. Estas bellas artesanías las podemos encontrar principalmente en Nayarit, el norte de Jalisco y algunas zonas de Zacatecas.



6. Los árboles de la vida

En la sexta posición se ubican los famosos árboles de la vida, oriundos de Metepec, Estado de México, una verdadera maravilla, incluso para artistas y artesanos ya consagrados en territorios sumamente lejanos como Europa, Asia y el Medio Oriente.

Alguna vez, alguien que se fue a radicar a Roma contó: “llevé conmigo un árbol de la vida, de esos de Metepec, y en cuanto un compañero hindú lo vio -que es artista y ya ha expuesto en Japón y en otras partes del mundo-, me dijo: “eso es una extraordinaria maravilla… es increíble cómo sus creadores, tanto en pequeño como en gran formato, -porque vaya que los he visto enormes-, siempre logran hacer que se vea perfectamente plasmado el universo en el que viven los hombres: en un primer plano el árbol sagrado, como símbolo de la vida, y emanando de él, infinidad de alegorías que a todos nos hacen la vida más llevareda… ¡Son increíbles!”. Así pues, si viajas por Toluca y sus fríos pero hermosos alrededores, no dejes de admirarlos. ¡Seguro querrás llevarte uno a casa!



7. El sarape

De formato rectangular y gran colorido, esta vestimenta es la poseedora del lugar número 7. Es típica de la ciudad de Saltillo y de sus alrededores. Se sabe que su antecedente directo son aquellas prendas que lucían las mujeres durante la época prehispánica y que eran elaboradas mediante un telar de cintura. Con el tiempo, éstas fueron siendo hechas ya no de yute sino de algodón y también dejándose de producir mediante ese rudimentario sistema dando paso a su confección en modernos telares de trabajo industrial. Sin embargo, y a pesar de ese notable cambio en su producción, lo cual le ha permitido trascender más allá de nuestras fronteras, el sarape sigue manteniendo su frescura y su utilidad sobre todo en ciertas épocas del año, cuando comienza a hacer frío. ¡Cuando viajes al estado de Coahuila y visites su ciudad capital no puedes dejar de adquirir uno!



8. La Platería

Según la tradición, uno de los primeros obsequios que Hernán Cortés recibió  de parte del señor Moctezuma, fue un par de discos hechos en oro y plata “con las imágenes grabadas del sol y la luna en cada uno de ellos”. Efectivamente, ya desde tiempos prehispánicos, los habitantes de las regiones occidente y sur del país (los actuales estados de Michoacán, Oaxaca y Guerrero) dominaban a la perfección las técnicas para dar vida en esos metales a maravillosas joyas (aretes, collares, pendientes, bezotes, brazaletes, anillos, entre otras) que sólo las clases altas podían lucir como símbolo de su poder y status.

Actualmente, uno de los mejores sitios para adquirir plata en México es Taxco, en el estado de Guerrero. En este destino, considerado como Pueblo Mágico, encontrarás infinidad de talleres y galerías donde se ofrecen los mejores trabajos hechos en plata del mundo. No dejes de admirarlos, así como de visitar el Museo Spratling, con una fantástica colección de objetos que ponen de manifiesto la habilidad y el fino trabajo de los artistas plateros de Taxco. ¡Te encantará!



9. El trabajo en barro

Desde la época prehispánica, las culturas que habitaron en nuestro actual territorio eran ya todas unas expertas en el arte de trabajar la arcilla, las arenas y diversos tipos de tierras “ligeras” que, mezcladas con el agua, servían para crear magníficas piezas que, aun en nuestros días, siguen sorprendiendo a propios y extraños en los diversos museos de México y el mundo donde son orgullosamente exhibidas.

Con el tiempo las antiguas técnicas mesoamericanas del trabajo en barro como el pastillaje, el bruñido y el esgrafiado se fueron perfeccionando hasta alcanzar ahora, (y desde el siglo pasado) su mejor expresión en lugares como Dolores Hidalgo, Guanajuato, donde en más de 500 talleres repartidos a todo lo largo y ancho del pueblo, encontrarás la mejor loza de la región, ahora luciendo coloridas aplicaciones y hasta esmaltados de gran calidad.

Durante tu viaje a este Pueblo Mágico, o a la región de Puebla y Tlaxcala, donde también el trabajo en barro ha alcanzado niveles excelsos, no dejes de adquirir todo tipo de ollas, jarras, jarrones y macetas que lucirán perfectos en tu cocina, en el comedor o en cualquier rincón de tu hogar.



10. El sombrero charro

Para cerrar este listado, les presentamos al referente de México en el mundo: el sombrero de charro, una curiosa mezcla prenda-accesorio-obra de arte- y complemento de toda una vestimenta. Originalmente, los sombreros de charros, como su nombre lo indica servía para que éstos pudieran protegerse del sol al supervisar la elaboración de los diversos trabajos del campo en las haciendas.

Durante el siglo XIX, los sombreros, hechos básicamente de fibras, para su uso en eventos especiales o algunas fiestas religiosas, tuvieron que ser transformados o enriquecidos con ciertos toques que poco a poco fueron dando como resultado el sombrero que hoy todos conocemos y cuya mejor expresión es aquella que lucen los músicos de un mariachi. Algunos aterciopelados, y con ciertas aplicaciones de cuerdas doradas o plateadas que, con su delicada colocación en los bordes y cuerpo del sombrero, le dan un distintivo toque de estilo y elegancia… Quien ha tenido oportunidad de viajar por el mundo y sin querer se encuentra un sombrero de charro, inmediatamente recuerda, algunas veces con nostalgia y otras con orgullo, el gran país que lo vio nacer y que lo aguarda a su regreso.

Historia de la Bandera Mexicana


Considerada por muchos la más bella del mundo, la Bandera de México ha sufrido diversas modificaciones desde 1824 hasta la fecha, para llegar a ser el magnífico lábaro que hoy nos representa. ¡Conoce su historia!




1. Estandarte del padre Hidalgo

¿Recuerdas la imagen del cura Miguel Hidalgo elevando un estandarte con la imagen de la Virgen María dando el Grito de Dolores? Según historiadores, esta popular representación es errónea, pues en la madrugada del 16 de septiembre de 1810 Hidalgo no elevó estandarte alguno sino hasta que él, junto con su improvisado ejército tomó la población de Atotonilco, donde el mismo padre de la patria obtuvo de su santuario un óleo con la imagen de la Virgen y arrancándolo de su marco, lo adaptó como estandarte entregándolo finalmente a sus hombres como símbolo e insignia del movimiento independentista.

Según la tradición, fue este estandarte el que fuerzas realistas encontraron en Aculco después de la batalla en que éstas vencieron al ejército del padre Hidalgo (aunque no está comprobado que sea el mismo). Luego de ser restaurada, la pieza fue exhibida en diferentes sedes, entre ellas la Villa y el antiguo Museo Nacional de la calle de Moneda, hasta llegar al Museo Nacional de Historia con sede en el Castillo de Chapultepec de la Ciudad de México, donde hasta la fecha se exhibe junto con otra bandera con una imagen similar de la guadalupana.

El estandarte de la Virgen de Guadalupe es considerado el primer gran símbolo de unión del pueblo mexicano, ante un movimiento de tal magnitud como el que significó la Guerra de Independencia.



2. Bandera de Morelos

Meses después del inicio del movimiento de Independencia, los insurgentes adoptaron banderas albiazules con la imagen de la Virgen en el centro, misma que fue sustituida con los años por un águila coronada posada sobre un nopal que recordaba el origen y fundación de la antigua capital de los aztecas, lo que convirtió a esta bandera en la primera con este elemento.

José María Morelos y Pavón identificó plenamente a su ejército con esta bandera, la cual sus hombres erigían como insignia al deambular por toda la parte sur del país luchando a favor del movimiento de Independencia.



3. Bandera del Ejército Trigarante

La primera bandera que llevó los colores verde, blanco y rojo fue aquella que se formó tras la formulación del Plan de Iguala en marzo de 1821. Este emblema fue presentado públicamente en septiembre ese mismo año cuando Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero, al frente del Ejército Trigarante, hicieron su entrada triunfal a la capital marcando con ello el fin de la Guerra de Independencia. 

Esta bandera difiere de la actual en que sus franjas no estaban colocadas paralelamente al asta, sino en forma diagonal, y que no guardaban el mismo orden que en la actualidad significando el color blanco, la Religión, el color verde, la Independencia y el rojo, la Unión. Además, estaba ornamentada con una corona al centro que simbolizaba la transición hacia el primer imperio mexicano en el cual el mismo Iturbide se proclamaría como emperador.



4. Bandera del Primer Imperio

Posteriormente, el 2 de noviembre de 1821, Agustín de Iturbide dispuso que los colores de la bandera quedaran definitivamente adoptados, pero colocados en posición vertical, y en el mismo orden de la bandera italiana, ya que muchas de las ideas independentistas provenían de los jesuitas, orden religiosa de dicho país. A este diseño se le agregó un águila parada con el pie izquierdo sobre un nopal nacido en el islote de una laguna, que además, estaba coronada como símbolo del imperio ya establecido oficialmente. A ésta se le considera la primera bandera nacional con el orden de los colores y el poderoso símbolo del águila sobre le nopal luciendo en su plano central.

Vendrían algunos cambios pero el símbolo patrio más famoso de México en el mundo quedaba ya en todas las astas de las oficinas y departamentos mexicanos.



5. Bandera del Batallón de San Blas

Famosa por pertenecer al batallón que defendió heroicamente el Castillo de Chapultepec, el 13 de septiembre de 1847, esta bandera resulta curiosa por mostrar, primero, el color verde de su composición a la extrema derecha en lugar de su tradicional ubicación a la izquierda, justo al lado del asta de donde siempre debe pender. En segundo lugar, se advierte el águila real (ya presente desde las banderas de Iturbide, en 1823), pero viendo de frente, con las alas extendidas y devorando ferozmente una serpiente. Finalmente, debajo de la rapaz ave se nos presenta la leyenda “Batallón Activo de San Blas”, indicando con ello, la pertenencia de este lábaro a este grupo militar que con “más pena que gloria” la defendió hasta el último momento en lo alto del “Cerro del Chapulín”.

Tras un acuerdo entre los gobiernos de México y Estados Unidos, el 13 de septiembre, pero de 1950, un importante grupo de banderas, estandartes y gallardetes que habían sido tomados por las fuerzas norteamericanas durante la guerra de intervención fue devuelto a nuestro país. Tras ser restaurados, estos testimonios de la defensa de nuestros soldados por nuestro territorio forman parte de las colecciones que hoy se exhiben en el Museo Nacional de Historia con sede en el estupendo Castillo de Chapultepec.



6. Bandera del Imperio de Maximiliano

Una vez que el ejército francés se hizo de la ciudad capital (el año de 1863) llegó a México un personaje cuya historia fue verdaderamente trágica: Maximiliano de Habsburgo.
Acompañado de su esposa, Carlota, este caballero, descendiente de buenas cunas europeas -francesa por un lado y austriaca por el otro-, intentó gobernar en un país sumamente dividido, y en el que sólo era apoyado por el grupo político conservador que recién había logrado la expulsión del presidente Juárez y todo su gabinete.

Instaurando un débil imperio, de infame duración, de su paso por el país sólo se recuerdan algunas buenas intenciones del improvisado emperador: la reorganización de un Museo Nacional, la traza de la avenida más bonita de la Ciudad de México (el Paseo de la Reforma, esto para conectar al Castillo de Chapultepec con el centro de la capital), y la presentación de una bandera de poca o nula trascendencia para la historia de México.

Este lábaro, que mantuvo los colores básicos en el orden tradicional, tuvo como elemento diferenciador la inclusión del símbolo del águila devorando a una serpiente, pero dentro de un estilizado marco que más bien evocaba los escudos de armas de las familias y cortes europeas, coronado este con el símbolo inequívoco del recién instaurado segundo Imperio (una corona grande y refulgente).

Tras la muerte del emperador Maximiliano, fusilado al pie del Cerro de las Campanas, en Querétaro, a pesar de las numerosas súplicas de su mujer al presidente Juárez para lograr que se perdonara a su marido, su bandera también pasó poco a poco, a los archivos de la memoria olvidada dando paso, inmediatamente después, a nuevas versiones de la bandera nacional que estarían por venir…



7. Bandera de la época de don Porfirio Díaz

Tras la muerte del presidente Juárez, un personaje ya conocido, militar de grandes glorias durante la época de la intervención francesa, aparece nuevamente en escena. Su nombre: Porfirio Díaz.

Luego de una serie de levantamientos, el general Díaz logró hacerse del poder; eliminó primero a sus adversarios y luego se mantuvo en la silla presidencial durante casi 30 años. Durante esas tres décadas que duró su gobierno (más bien su dictadura), entre los muchos cambios que el famoso don Porfirio pudo aplicar (en todos los ámbitos de la vida nacional), estuvo la presentación de un nuevo lábaro patrio.
A grandes rasgos esta enseña era muy similar a la que actualmente conocemos, pero con el águila viendo de frente, devorando a la serpiente, y luciendo parada sobre un abundante nopal. Como rasgo distintivo, esta bandera presentaba su escena central semi rodeada con una corona de laureles (muy al estilo de las culturas clásicas) como señal de triunfo y victoria.

Con el inicio de la Revolución organizada por Francisco I. Madero, y su posterior derrocamiento, el presidente Díaz tuvo que conformarse con ver desde el exilio (en Francia) cómo su bandera era sustituida por otra similar pero con el rostro del nuevo símbolo de la democracia. Pocos años después (aunque esto ya no lo pudo saber el general Díaz, pues la muerte se le atravesó en el camino), un congreso apostaría por generar un nuevo lábaro patrio que, con el tiempo, cautivaría el corazón de propios y extraños...



8. Bandera actual

En 1916, el presidente Venustiano Carranza expidió un decreto (fechado el 20 de septiembre) en el que se ordenaba que el escudo (ya oficializado como nacional) volviera a aparecer en las banderas. Sin embargo, en este modelo, el águila se encontraría viendo de perfil (como ya había sucedido antes con algunas enseñas de mediados del siglo XIX), con sus alas en actitud de ataque y devorando la ya famosa serpiente de cascabel…, como símbolo del lugar exacto donde los aztecas fundarían su ciudad México-Tenochtitlan. A este emblema sólo se le agregaría una leyenda que lo enmarcaría: Estados Unidos Mexicanos.

La bandera de México se mantuvo así hasta la emisión de un decreto del presidente Gustavo Díaz Ordaz, fechado el 17 de junio de 1968, en el que se hacía pública la “Ley sobre las características y el uso del Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales”. Desde entonces, nuestro lábaro luce orgulloso sus colores y su poderoso escudo -plásticamente mejor diseñado y dibujado- provocando en muchos, mexicanos o no, el sentimiento de tener ante sus ojos, ondeando al mínimo contacto con el aire… ¡la bandera más bella del orbe!

Por: Guillermo M. Motolinia